viernes, 10 de julio de 2015

Marihuaneros todos...

No puedo dejar de “irme en la volá” y hablar un poco de la despenalización de la marihuana en mi querido Narnia, donde todo es muy distinto de lo que realmente es. Este emblemático y volado proyecto pretende de alguna manera que el consumo con fines recreativos y medicinales de la famosa Cannabis no sea penalizado por la ley y así los ciudadanos que les gusta la tonterita se sientan libres de fumarla o ingerirla libremente.

Los argumentos a favor de la droga son muchos y variados y van desde que es un gran analgésico sin efectos secundarios, hasta que origina una sinapsis especial y única que permite una creatividad sin límites. En realidad no logro entender cómo la humanidad ha podido subsistir sin este elixir de los dioses.

En fin, pero hablemos un poco de las cosas prácticas. Este sistema permitiría el cultivo de hasta 6 matas de la hierba, perdón YERBA, y frente a esto ya me asaltan las siguientes dudas:

1. Seis matas por persona, es decir, si en una casa viven 5 personas mayores de edad cada una puede cultivar su propia mata, o sea  30 matitas por ese grupo familiar. Verdadero o falso?

2. De ser falso lo anterior, quién tiene mejor derecho de cultivo en un hogar: Los padres que son los sostenedores del mismo o los hijos que solo usufructúan? ¿quién dirime el mejor derecho? Un árbitro privado o los tribunales de justicia ordinaria, o tal vez el Juzgado de Policía Local de la comuna… ¿gratis o con costo?  si es con costo, a qué valor y con qué indexación de reajustes?

3. Respecto a las matas mismas, se podrá comprar semilla certificada o se tendrá que conseguir de algún “amigo” que te regale unas cuantas?

4. Habrá posibilidad de cultivar diversas “variedades” de la misma? Cannabis Sativa, Cannabis Indica y Cannabis Ruderalis (las tres variedades madres). Cada una de ellas con diferentes características y efectos. De estas tres han derivado miles de otras variedades. ¿Todas estarán permitidas?

5. ¿Será entonces también permitida la fabricación de Hachís? Total no es otra cosa que marihuana concentrada.

6. ¿Dará lo mismo una plantita de 30 cm que una gran mata de 2 metros?

7. El tener la posibilidad de cultivar plantas de marihuana implica que el usuario que tiene el derecho de consumir tenga habilidades mínimas de cultivo de plantas. Pero como en la viña del señor hay de todo, va a haber gente que no le resulta y gente que le resulta muy bien; lo cual es el inicio de lo que vulgarmente se llama mercado (huele a lucro). Yo no sé, o no quiero cultivar, y como tengo el derecho de consumo, cómo alguien me podrá negar que compre?

8. ¿Quién y cómo va a controlar que en vez de 6 plantitas, cultive 8? Pasará Carabineros o la PDI o inspectores municipales a revisar cada vivienda del país para ver que se cumpla con la ley? ¿Cuán frecuentemente lo hará?

9. Existirá un marihuatest? 

En realidad me aburrí….para variar este es otro proyecto de este gobierno de mierda que no tiene pies ni cabeza, mal pensado, imposible de llevar a cabo en verdad. Lo que cabe es que al despenalizar el cultivo, sea por las razones que sea, se libere sin topes de ninguna especie el consumo y el comercio de la misma.

La única opción correcta es LEGALIZAR, lo cual implica que el Estado debe permitir la constitución de empresas que se dedicarán a fabricar, industrialmente y con estrictos controles de calidad, marihuana para divertimento y marihuana para fines medicinales. Uno podrá comprar un paquete en la esquina y pagará IVA y otros impuestos. Estará regulado. Exactamente como el alcohol y los cigarrillos. Y después, el Estado también podrá gastar plata en campañas weonas para disminuir el consumo y el Ministerio de Salud pontificará de lo mal que hace fumarse 20 pitos al día para los pulmones y los Carabineros harán campaña para que no fumemos mientras manejamos y los cabros chicos pensarán que todo puede ser.


El producto será sistémico y nosotros podremos estar seguros que, al menos, será otra clase de problema.

lunes, 6 de julio de 2015

Cuentos eróticos. Hora punta.

Subir al Metro de Santiago, a las 7 de la tarde, es una cruzada para valientes. Fue un buen día, a pesar de la aglomeración de ese momento, seguía pensando que fue un buen día. Llega el tren. El carro que se detiene exactamente frente a mí, está atiborrado de gente. No alcancé a entrar. Fue una fuerza colectiva la que me empujó, casi levitando, y quedé al centro del carro, sin poder afirmarme de alguna parte. Y, claro, no pude evitar recordar el chiste de los choros del Bombo Fica. Me sentía igual. Apretada, enojada, sudorosa. Y me dio un ataque de risa. La gente se contagia del buen humor. Y es lo mejor. Si no te ríes en una situación tan penca como esa, terminarías matando a alguien. 
Como sea, estábamos todos tan endemoniadamente pegados unos a otros, que no podía evitar respirar en el cuello del hombre que estaba delante de mí. Algo pareció incomodarle, no sé si le molestaba más mi respiración, el movimiento que provocaba mi risa o mis tetas pegadas en su torso. Me miró muy serio, tanto que no pude menos que pedirle una disculpa. No te preocupes, me dijo, esto es igual todos los días.
Era guapo, de seguro algo menor que yo. Y gentil, como pudo trató de dejar un espacio para que mi sofocada humanidad tuviera cómo moverse un poco. Supuse que lo mejor era tratar de girarme, me sentía un poco avergonzada.
Esto es tan dinámico, entra gente, baja gente, pero seguíamos casi frente a frente. El rebaño empujó un poco más. Perdón, dije otra vez… No te preocupes, volvió a repetir. Esta vez sonrió. Entre frenazos y arrancadas, sentí que su pene estaba duro y totalmente pegado a mí. El calor era sofocante. Pensé en moverme otra vez pero sólo me quedé en el pensamiento. Qué problema había. Era una pequeña maldad. Además, no dejaba de ser una gentileza de su parte…
Estación Los Leones, mi bajada. No dije nada. No me moví. Hubiera querido que el tiempo entre las paradas fuera más largo. Me sentía consumida por el deseo, era tan calentón dejarme tocar por este guapo desconocido. Sentía mis calzones húmedos, mi frente debía tener algunas gotas y mi imaginación estaba a mil. Por fin, se las ingenió para meter una mano entre mi ropa y comenzó a hacer movimientos circulares muy cerca de mi clítoris. Yo trataba de mantener la calma, como si nada pasara. La otra mano acariciaba desvergonzadamente mis pechos, a vista y paciencia de quien quisiera mirar.
Así las cosas, era inevitable que el resto no lo notara. Otra vez el rebaño movió toda esa estructura que nos rodeaba y un solícito caballero quedó apuntalándome por atrás, como en un pacto tácito con mi guapo desconocido de ayudarlo a que su presa no escapara.
Esta triangulación desató en mí un orgasmo intenso. Fui incapaz de detenerlo. Ellos, al notar que sucumbía a este placer prohibido, apretaron un poco más y sentí que una generosa humedad empapaba la mano de mi carcelero ocasional. Me regaló una sonrisa. 
Era momento de bajarme. Había pasado largamente mi estación de destino. Como pude, me acomodé la ropa y tal como había entrado, en andas, salí de aquel carro. Antes de comenzar a subir la escalera, el tren partió.
Sonreí.