lunes, 28 de julio de 2014
El gerente vs. la dueña de casa.
No discutiré el hecho que el exalcalde Labbé pueda, probablemente, no ser un tipo simpaticón pero no transaré el hecho que jamás le ha dado vuelta la espalda a lo que realmente cree. Jamás ha sido oportunista, ni ha buscado el favor fácil de la gente.
Ahora resulta que su gestión no merece observaciones por parte de una auditoría externa encargada por su más acérrima enemiga que, de haber encontrado algo, por pequeño que fuera, se habría solazado con ello y puesto en todos los medios la corrupción del anterior alcalde como causa a sus desaciertos en el gobierno comunal.
La nueva alcaldesa, por el contrario, sí merece reproches por parte de la Contraloría General. Ha hecho cosas de manera incorrecta y no ha realizado ningún mea culpa al respecto. Seguramente creía que el gobierno comunal era cambiarle el nombre a las calles y que con ello cumpliría en exceso con su cometido. Cuánto estará sufriendo por sacar de alguna manera adelante una comuna que es compleja de administrar y está ciertamente lejos de sus capacidades reales. Cómo puede ser posible que tenga a los funcionarios de la Municipalidad trabajando tantas horas extras diarias que en 24 horas no pudieron ni comer, ni ir al baño, ni dormir, ni follar... sólo trabajar. Qué raro.
Esperemos que para la próxima elección las viejas weonas de mi comuna, ups!! perdón, los votantes de Providencia, sean más realistas y no se dejen embaucar nuevamente por el canto siniestro de Errázuriz, Ups!! perdón nuevamente, de las sirenas de oportunidad...
A propósito de sal, saleros y diputados.
La sal ha
sido uno de los bienes más apreciados de la humanidad. Su uso se remonta al
menos a un par de miles de años antes de Cristo y tiene entre sus “logros” incluso
el haber sido moneda de intercambio por lo cual ha dado origen a palabras como
“salario”. La sal ha
sido altamente apreciada al potenciar los sabores naturales de las comidas y es, sin duda también, un elemento esencial para
la vida y según es considerado hoy, su consumo excesivo, especialmente por sus
propiedades anti-deshidratadoras (por decirlo de alguna manera clara), es
nocivo para la salud con cinco efectos principales: insuficiencia
cardiaca, daño renal, retención de líquidos, daño gástrico y accidentes
cerebro-vascular. Por otro lado,
la ausencia de sodio provoca serios problemas como pérdida extrema de fluidos corporales lo que ocasiona bajo volumen
sanguíneo y baja presión arterial, calambres musculares, debilidad, mala
memoria y concentración, deshidratación y acidosis.
El promedio necesario de sodio diario es del orden de 2.4 gramos y
nuestra sociedad se encamina a un consumo de 3 gramos, es decir se consume
sodio en exceso. La manera más negativa de consumir sal es cocinada o involucrada en productos
comestibles terminados. La forma menos nociva es consumirla directamente, aportada posterior a las
cocciones o preparaciones alimenticias.
Algo similar se podría decir del consumo de azúcares, también acerca del
consumo excesivo de harinas y,
en general, acerca del
consumo excesivo de casi cualquier alimento, condimento o aditivo. Es decir,
cualquier cosa consumida en exceso, ciertamente, puede traer consecuencias negativas a la salud.
Es por esto que un grupo de adalides de la salud, congresistas de
nuestro parlamento, han enarbolado la bandera de la eliminación de los saleros
en cualquier lugar donde se dispensen comidas por el grave efecto que esto
puede provocar en las personas. Los diputados Silber y Farkas son los
guaripolas de esta interesante moción parlamentaria que, de ser aprobada, nos capultaría a los primeros lugares del mundo
en el cuidado de salud pública disminuyendo drásticamente la ingesta de sodio a
todos los hijos de esta tierra. Claro está que para no burlar las libertades
individuales que dicen que uno se puede comer un kilo de sal así se muera o se
convierta en jamón serrano, la prohibición sólo aplica a la disposición inicial
del salero en la mesa pues si el parroquiano quiere agregar sal a su plato,
sólo le basta con pedirlo al mozo. No está claro en el proyecto si el mozo
deberá quedarse esperando que el parroquiano termine de usar el salero o podrá
dejarlo sin supervisión por unos minutos, algo que debiera establecer la norma.
Me siento francamente feliz de saber que los pocos millones que estos
diputados ganan para generar su tarea de bien común, sean tan pero tan bien
empleados. Y eso que no hemos hablado de los saleros en sí mismos que al
no estar en la mesa no se humedecerán y por tanto serán siempre funcionales.
Gracias a Dios y a estos diputados estaremos protegidos de la sombra fatal del
sodio.
Yo,
modestamente, me atrevería a realizar un pequeño aporte ampliando la idea: no
más azucareros en los salones de té. Eliminemos las mermeladas que contienen
tanto azúcar, prohibamos definitivamente la importación de jamón serrano y
prosciuto, no más ají , ni mostaza ni menos kétchup en los mesones de las
fuentes de soda (tampoco en sachets en los locales de comida rápida), cruz al pebre y a los
encurtidos en general. Se prohíbe cocinar el famoso pollo a la sal. La salsa de
soya debe ser prohibida en los locales de comida china (la maceración de la
soya se hace en SAL …chinos criminales!!!). En fin…es una cruzada
sin límites en pos de la salud y la vida plena que recién comienza.
Las redes sociales se harán, sin duda, eco de esta propuesta. Los serios
estudios detrás de la idea le entregan una base sólida a los
diputados en cuestión. Que Dios les ayude y les asigne, desde ya, un lugar en el
paraíso (obviamente libre de sodio), para que logren tener éxito en la comisión
de salud de la Cámara y no recibir indicaciones negativas. Quien podría haber
pensado que en este país olvidado de la mano de Dios, pudieran existir seres
con tan alto vuelo y de tan buenas intenciones. A los detractores que dicen que
estos diputados no encontraban forma para hacerse conocidos, les enrostro su
falta de comprensión y buena voluntad. Silber y Farkas, reciban mis modestas
mil gracias por salvarme del salero.
jueves, 3 de julio de 2014
¿Compañeros o tontos útiles?
Hace unos días, a propósito de los partidos de
“La Roja”, vi una fotografía de las insignes diputadas Vallejo y Cariola que
posaban junto al también reputado diputado Tellier y algo se vino a mis
pensamientos de inmediato: compañeros.
Hoy, en un mundo que es muy diferente a 30 años
atrás, la palabra volvía a mi mente con toda una carga emocional que
seguramente a muchos les es ajena, comenzando por Vallejo y Cariola. Yo la
odiaba pues representaba todo lo peor, toda la injusticia imaginable. Esa
palabra podía romper con cualquier cosa establecida y respetada. Porque somos
compañeros, porque somos de la misma clase, porque no nos importan los que no
son compañeros y compañero sólo es aquel que sigue a ultranza las ideas de
igualdad que nos animan.
Tú no eres compañero si no estás dispuesto a
ser igual al resto de los compañeros. Si no eres compañero eres un traidor a la
patria (hoy eso me suena claramente venezolano), eres un desgraciado
capitalista, individualista, explotador de la clase compañera, indigno siquiera
de tocarle siquiera los gruesos bototos a ese hombre rudo, inculto, trabajador
y sacrificado que representaba gráficamente al compañero ideal (me falta eso
sí, los bigotes al estilo Stalin o la barba y el pelo largo al estilo más
americano de Fidel o el Ché). Todo eso era visceral, era de mucha piel. La
ideología que representaba la verdad máxima, tal vez auto-embriagada de poder y
creyente en nada que no fuesen sus propias ideas, estaba animada por un deseo
de hacer el bien a las sociedades. La verdad no lo sé. Me imagino que muchos de
los que creen o creyeron en esa utopía sinceramente pensaron que se podía. Que
se podía igualar, que el Estado representado en la realidad por gobiernos
autocráticos y dictatoriales de izquierda era capaz de administrar riqueza,
cuando en realidad solo terminó mal administrando pobreza.
Supongo que creyeron que el capitalismo burgués
explotador de las pobres masas era más cruel que su manida
asistencialidad. Que la planificación centralizada podía ser capaz de
organizar los sistemas productivos como quien genera un diagrama PERT. La
Democracia practicada por estos crueles ilusos era siempre igual, sólo si eres
compañero podrás participar de la democracia, es decir sólo si piensas igual y
eres capaz de perpetuar al líder de siempre en el poder por generaciones. Y la
excusa es y será que la revolución necesita tiempo, necesita destruir para
construir, necesita el renacer de la sociedad y por ello cualquier cosa que
suene, huela o parezca ir en contra de la revolución debe ser completamente
destruido, sofocado y eliminado (la retroexcavadora pues).
La pomada que venden es potente, por ejemplo:
salud de acceso universal para todos y gratis, educación pública secundaria y
básica gratis en los mismos estándares de los establecimientos privados
pagados, educación superior gratuita para todos los hijos de esta tierra,
eliminación de la pobreza de raíz, exterminación de la inseguridad pública,
respeto irrestricto (a veces completamente irracional) de las minorías “cool”
(como los gays, mapuches, ciclistas furiosos y algunos otros, dentro de los
cuales evidentemente no están incluidos los enfermos de Alzheimer, ni los que
quieren rebajar el IVA a los libros); transporte público de calidad estilo 5
estrellas barato; vivienda propia de gran calidad a un costo ínfimo subsidiado
por el estado; que los que tienen más den más de lo que tienen a los que tienen
poco; y un infinito etcétera que yo no compro.
Cariola, Tellier y Vallejo… no les creo nada,
yo conozco a los de su tipo, no tengo 15, 20, ni 30 años. Tengo buena memoria y
no les creo el mismo cuento añejo. Ese “compañeros” que ustedes usan es tan
unilateral, porque ustedes usan a todos, sin asco, pero al momento de recibir
el “chequecito” los compañeros no son más que una piedrita en el zapato.
¡Ustedes son menos “compañeros” que nadie!
No puedo evitar que los tontos útiles que
pululan en torno a ustedes, los voten… pero no me callaré y seguiré diciendo
que siguen siendo son los mismos cafiches del Estado de siempre, que no han
cambiado más que el pellejo, sinvergüenzas, frescos, descarados, caraduras y
canallas. Sin contar que Tellier, además, es un asesino ruin.
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