Con una capacidad ya medio nula frente al
asombro que produce el que constantemente este gobierno nos abuse, contándonos
historias que ni los niños creen, nos enfrentamos al nuevo y abyecto ataque a
los bolsillos de los que con esfuerzo y trabajo hemos logrado superar en alguna
medida la barrera de la pobreza. Esta nueva exacción se llama impuesto verde a
los automóviles nuevos, que simplemente significa que cualquier hijo de vecino
que compre un automóvil nuevo deberá pagar, directamente al fisco, un tributo
en efectivo violento por progresar. ¿Cuál es la mentira de hoy?, que así
se limita de alguna manera las emisiones de fuentes móviles y por ello
tendremos una atmósfera más limpia.
Todo vehículo nuevo en Chile, con tecnología
diésel, debe cumplir con la norma de emisiones Euro V. Es decir, cumplir con el
más estricto control de emisiones nocivas al medio ambiente. Todo vehículo
nuevo, además, emite notablemente menos que uno usado. Ya las empresas
automotrices en Chile venden estos vehículos en precios significativamente más
altos que los tradicionales bencineros y el gobierno, además, nos obligará a
pagar el mayor impuesto posible por ese tipo de vehículos. Es decir, pagaremos
más por el vehículo nuevo, menos contaminante y menos costoso en el precio de
combustible, con la tecnología más avanzada. Y los “ambientalistas” están
felices. Cómo no se dan cuenta que no hay ningún interés de velar por la
contaminación, sólo lograr recaudar más dinero.
Esto, con todas sus letras, se llama igualar
para abajo, se llama desincentivar el desarrollo de las personas que tendrán
que optar entre pagar más o sencillamente comprar autos usados, ciertamente más
contaminantes que los nuevos. Se llama envejecer al parque automotriz, pues
habrá menos gente dispuesta a comprar autos nuevos y, por tanto, los usados
subirán también de precio y se usarán por más años.
¿Para qué? Para financiar reformas ridículas en
fondo y forma. Reformas, además, que no
las pagan los ricos, las pagamos todos los que tenemos un trabajo y deseamos
desarrollo para nuestros hijos y nietos.
Esos somos nosotros, los “paganini”; somos los que entendemos que la
gratuidad es un mito, que sabemos que lograr un mejor nivel cultural,
económico, social, o de cualquier tipo exige de esfuerzo, dedicación, sacrificio
y entrega.
Queremos mejor educación, exijamos más a los
profesores, a los alumnos, a los directores, a todos los involucrados. Todos
deben desarrollar la virtud del esfuerzo en sus estudios y en sus entregas.
Pero no, acá hablamos de la ley del menor esfuerzo, que otros paguen, que otros
se esfuercen, que el que se destaca por ser mejor no pueda acceder a algo mejor.
Este es un ejemplo más del mundo socialista, de
lo estúpido y anacrónico que es el pensar que la realidad puede alterarse por
decreto. Bendito sean los Castro que, al final son mucho más claros que otros y
aceptan con ansia la puerta abierta de los EEUU y ruegan por el término del
bloqueo (quieren MERCADO jajaja).
Acá en Chile, todo es distinto, es mejor… Estoy
pensando celebrar mi próximo cumpleaños y dar una fiestiecita a lo grande en el
nuevo salón de eventos de Providencia, el palacio Fallabella. Total, es mi
comuna. Entiendo que ya están abiertas las inscripciones para el uso del
palacio consistorial y basta con inscribirse, es gratis. Pero gratis de
verdad, pues hasta el aseo lo pone el municipio.
La alcaldesa actuó con el ejemplo, inaugurando
el año pasado las actividades de uso libre y privado del palacio. El alcalde
anterior, ese señor Labbé, es un retrógrado al creer que el palacio municipal
debe ser sólo para el uso de las actividades municipales. Es ridículo (debe ser
donde él fue militar, digo yo) pues hay tanta gente que necesita un centro de
eventos de jerarquía gratuito.
Terrible, terrible… lo bueno es que ahora
tendremos 5 días más de vacaciones a costa de los feriados religiosos que no le
importan a nadie… se meten las tradiciones por la raja.
Dulce patria sometida a la idiotez.
A propósito, para mayor información acerca de
los impuestos verdes ver: