jueves, 27 de noviembre de 2014

La locura de Matthei.

Cada día me sorprendo más… en Chile ocurren cosas extraordinarias, inéditas, dignas de un libro - tal vez - sagrado. Siguiendo las opiniones vertidas por los mandamases de la Nueva Mayoría acerca de los dichos de la señora Matthei, éstos establecen sin lugar a dudas que ésta última estaría irremediablemente insana, trastornada mentalmente, esquizofrénica o algo aún peor, en resumen completamente falta de juicio….loca a rabiar.
Entonces, ocurre algo milagroso. ¡¡Los dichos de la insana, de la loca son los más cuerdos y acertados que he escuchado o leído en los últimos meses¡¡¡  ¡La loca tiene razón! Dicho sea de paso, tal vez cabe la posibilidad de que yo también esté  loca y que, por correspondencia profesional, encuentre lógico y cuerdo lo que para otro colega es lógico y cuerdo en el mundo de la completa paranoia.  Lamentablemente, no es así. La realidad, queridos amiguitos, la dura realidad, es observable por todos y decir mentiras acerca de esa realidad es un dulce con un sabor final muy amargo.
Que la innombrable funciona en base a ideologismos añejos.  ¿Qué duda puede caber al respecto? Ella es marxista, cree en lo que los marxistas creen: Estado controlador, la igualdad cueste lo que cueste, creen que saben cómo solucionar todos los problemas, ubican a la libertad individual en un lugar por debajo de la libertad del Estado, la justicia es para aquellos que  piensen como ellos, se nutren de la necesidad de los más pobres ofreciéndoles utopías inalcanzables  y, sobre todo, descalifican como desleales con la patria y con el pueblo a aquellos que piensan diferente. Esta ideología ha fracasado en TODOS, y digo TODOS los lugares del mundo en donde ha sido implantada con las modificaciones que sean. Todos esos países son POBRES, en todos esos países no hay LIBERTAD, en todos esos países las fuerzas armadas son muy poderosas (adivinen para qué, cabros), en todos esos países la propaganda estatal  es y ha sido feroz. Sin embargo, la innombrable cree en ello. Es más, en este país hay una camarilla de anacrónicos y sagaces comunistas que andan dando la hora vendiendo ilusiones impracticables al pueblo más susceptible.
Quién habla hoy de que la receta es trabajar, trabajar y trabajar... culturizarse, profesionalizarse, esforzarse por hacer las cosas bien. Nadie. A lo más, la gorda dice que “hay que ponerse las pilas” (me pregunto por dónde). Pareciera ser que la ley del menor esfuerzo es la única ley que se ofrece. Para qué estudiar, si lo que en un minuto era un premio hoy va a ser una obligación del Estado. La reforma educacional es una burla, es un esperpento de marca mayor. Los comunistas que odian la riqueza ajena (porque la de ellos la aman y la gastan de manera fashion) quieren sacar el lucro de la educación. El lucro, aquí, en Micronesia, en la quebrada del ají y en el culo del mundo, mueve al ídem (me refiero al mundo). El deseo de ganar, lo más que sea posible, trabajando, emprendiendo, haciendo empresa, es una actitud moralmente aceptable mientras no se quebrante la ley. Cuál es el problema de que el que pueda pagar la educación universitaria lo haga. Alguien podría oponerse a que hubiese un método por el cual rescatáramos a los mejores alumnos del país y les entregáramos  educación de gran nivel gratuita, financiamiento total, y hasta un master en Harvard.  Yo no me opongo a eso, ni nadie con sentido común lo haría pero - el gran pero - es que va contra la igualdad. Esos niños, los que estudian, los que ven en su educación una verdadera posibilidad de ascenso en su calidad de vida, que se esfuerzan, que están dispuestos a competir…esos merecen todo. Pero no, andan preocupados de establecer en los colegios subvencionados cuál sería el valor de una ganancia sin lucro. En vez de hacer el sistema más eficiente lo entorpecen con directrices que ni ellos entienden. ¿Por qué el Estado no nos entrega a todos los padres el derecho de manejar nuestra subvención escolar a nuestro antojo? ¿ Qué ocurriría? Esto automáticamente generaría un mercado (qué asco ¿cierto?) donde los establecimientos se esforzarían a más no dar para obtener alumnos ¿ofreciendo qué?: infraestructura, mejor educación, mejores profesores, etc., etc., etc….Pero NO, esto no es ni siquiera pensable pues haría de algunos sostenedores ricos y ello sería considerar a la educación un bien transable y eso, para esas mentes obtusas que se pegan en los conceptos añejos, es inaceptable…quién en su sano juicio podría negar que la educación es y ha sido desde siempre un bien y si lo es, como todos los bienes, es absolutamente transable. Es más, la gratuidad en la educación no es otra cosa que desplazar el pago desde los usuarios al Estado (es decir, de algunos a todos). Oye, el pago va a existir siempre pues ese bien tiene costo y alguien tiene que pagarlo.
La loca de la Matthei dijo también que la señora Bachelet es incapaz, que le faltan competencias para desempeñar de buena manera el alto cargo del que está investida. Otra vez los hechos, no las palabras, le dan la razón a la insana. El país se estanca, no hay crecimiento, la inversión extranjera desapareció y para más remate, ninguno de los problemas internos graves tiene visos de solución pronta: el Transantiago sigue siendo malo, los profesores no pueden cobrar la deuda histórica, los viejos sufren miseria, ferrocarriles sigue siendo un mal chiste, los hospitales siguen siendo el peor lugar al cual llegar, el gran problema de la energía es tratado con marketing verde y no con soluciones de verdad. Es decir, la innombrable lo ha hecho mal a todas luces y con todas sus letras. Explicaciones en sus correligionarios son las mismas idioteces de siempre: que el capitalismo sin corazón, que la conspiración para el fracaso, que los momios, que la derecha obsoleta, que el contra-progresismo, que los Huasos Quincheros, que Pinochet, que el imperialismo internacional, la gran conspiración, los poderes fácticos, las weas, etc. Lamentablemente aún hay gente que les cree y lo que es peor aún, hay muchos de ellos que también creen. Lo que es bueno es que hay otros, y cada día son más (mire las encuestas) que ya no están creyendo  y la razón es sólo una, porque sienten que el mejor vivir que habían logrado hoy lo están perdiendo, son más pobres que antes y tienen, por cierto, una menor libertad de elegir en muchísimas cosas.
Yo soy una persona de pensamiento derechista hoy día. No soy facha (es decir no alabo, ni sigo al fascismo), no soy nazi (no creo en el nacionalsocialismo), tampoco soy una retrógrada inmovilizada en el pasado (y OJO cabros, parece que si la izquierda lo es), tampoco soy militarista aunque entiendo el rol importante que juegan las FFAA en el mantenimiento de la estabilidad interna y la seguridad externa. No como guaguas. No azoto a mis empleados pues yo misma soy empleada. No soy administrada ni por la Iglesia Católica, ni por ninguna confesión en particular. Tampoco soy pagada por el imperialismo (ni el yanqui, ni el chino, ni el de las pelotas).
Y como yo, muchos. Somos hombres y mujeres de diferentes estratos sociales, básicamente de clase media, que creemos en la libertad, es decir en la potencialidad del hombre de hacer lo quiera en sociedad mientras respete las leyes. Creemos en el trabajo como medio para conseguir bienestar. Creemos que la educación es un bien preciado para nuestros hijos. Creemos en la honestidad. Entendemos que la competencia es innata al ser humano y que debemos ser capaces de descubrir las áreas donde mejor podemos desempeñarnos. Creemos en que el esfuerzo y el sacrificio son recompensados. Creemos también en que los mercados existen naturalmente y es estúpido sustraerse a ellos porque - llámenle como quieran - existen y mientras más libres dentro de una regulación consensuada, mejor es. Creemos en la capacidad de la riqueza de crear riqueza. No somos estúpidos, sabemos que hay problemas, pero las soluciones siempre están a la mano y pasan por un control más eficaz del cumplimiento de la ley. Creemos en la disciplina, esa que te hace levantarte cada día temprano para llegar a la hora a tu trabajo y no sacar la vuelta.  Creemos que los niños deben ser educados, no creemos en el  “laissez faire”. Nos gusta pensar en que podemos ser mejores. Nos gusta y apreciamos el respeto social. Nos gusta el orden y detestamos el caos. Nos gustaría ver a los Carabineros con el poder que tiene cualquier policía en un país desarrollado. No nos gustan los sindicatos, pues han perdido su norte y razón de ser para convertirse en el refugio de los peores trabajadores de una empresa. Detestamos el doble estándar de los trabajadores de Codelco que si pueden recibir remuneraciones acorde a mercado (que por demás no es libre mercado, sino controlado por ellos, como lo es también en el caso de los empleados de los puertos).Deseamos más y mejores leyes laborales, que favorezcan al buen trabajador, favorezcan también al buen empresario pero que sean durísimas con los malos trabajadores y con los malos empresarios. Deseamos ver a nuestros viejos vivir bien. Creemos en la virtud del ahorro. Creemos que es mejor enseñar a pescar que regalar pescado. No creemos que todos somos iguales, aunque si creemos en que tenemos los mismos derechos. Nos regocijamos en la diversidad donde cada árbol es diferente al otro del mismo bosque y tiene una vida completa por escribir acorde a lo que es, lo que quiere y su esfuerzo. Amamos a Chile y sus logros. Eso somos y mucho más….No somos los demonios que pretenden hacer de nosotros los pelotudos de la izquierda dirigente.
La innombrable como representante máximo de su sector vale muy poco. En realidad es mejor que se mantenga callada y sean sus cancerberos malvados, alimañas asquerosas y nauseabundas quienes salgan a apologizar de las extraordinarias virtudes virtuales de las que gozamos desde que asumieron como gobierno. Sigan engañando a la gente, sigan maltratando a la clase trabajadora, sigan creyendo que la gente comulga con ruedas de carreta. Muchos de los jóvenes, por choreza, pobreza, falta de entendimiento, o lo que sea , aún creen en los manidos estados de construcción a través de la destrucción, que jamás se dan… pero también hay muchos y serán más , los que entienden que para hacer un segundo piso, hay que terminar el primero y no demolerlo.
Me encantaría un país lleno de locas insanas paranoicas como la Evelyn Matthei,  que se atreven a decir la verdad, a pesar de ser según algunos solo egresada de ingeniería comercial, jamás titulada. Imagínense cómo habría sido si hubiese terminado titulándose! 

Bachelet, go home .. go back to  New York,  please,  do it soon.

PD. Lo bueno de todo esto es que ahora sabemos que no sólo los niños y los borrachos dicen la verdad... las locas también.