viernes, 16 de mayo de 2014

Creo que nuestro país sigue siendo un buen lugar para vivir.

Si, creo que nuestro país sigue siendo un buen lugar para vivir. Las razones de ello son varias, de diverso tipo: somos pocos habitantes, hay grandes extensiones de territorio con densidades de risa y con potencial extraordinario en el campo de lo natural, turismo y explotación de RRNN; somos un país relativamente preparado, las tasas de analfabetismo son nulas, el nivel medio alcanza a casi toda la población y la educación superior ciertamente está cada vez más extendida; somos un país con una policía extraordinariamente poco corrupta, lo cual asegura al menos estándares de resguardo mejores que en muchísimos países; somos un país con estructuras económicas excepcionalmente fuertes, que pueden aguantar debacles internacionales y nacionales fuertes; y muchas razones más. Sin embargo, claramente, no estamos exentos de problemas derivados de la permanente campaña del terror o del edén, donde se dicen las barbaridades más grandes sin que nadie se inmute, donde hoy los derechos son muchísimo más importantes que los deberes, donde los jóvenes son fácilmente engañados con ideales añejos que suenan lindos pero son impracticables, y más…
Aquí el problema no es el país, es ALGUNA de su gente. Gente impresionable, confiada... a ratos tonta, con mala memoria. Aún así, nesitamos tener esperanzas, quiero creer que la gente al final se da cuenta de más de lo que uno piensa. Si las políticas que está implementando el gobierno de Bachelet son perjudiciales (que lo son) para una mayoría del país, me la juego porque la próxima elección no la ganarán. La gente quiere vivir bien, quiere surgir, ascender en la pirámide social, en el fondo de sus corazones nadie quiere igualdad, solo quiere justicia.
No debemos perder la fe en un futuro mejor para esta querida tierra; si la perdemos, es mejor encerrarnos en casa y esperar a morir.

martes, 13 de mayo de 2014

La reforma tributaria, educación gratuita y otras hierbas.

El estado debe asegurar a sus ciudadanos una educación pública con acceso universal, es decir que ningún hijo de esta tierra sea discriminado por ninguna razón en términos de poder acceder a la educación básica y secundaria. En este sentido, claramente es un derecho. Lo que no es un derecho es que haya jóvenes que tengan mejores rendimientos que otros y que por tanto tengan mejores oportunidades de desarrollo individual y personal en la vida. La educación universitaria o superior,  tradicionalmente, ha sido accesada sólo por los mejores alumnos que el sistema produce.
Respecto de la gratuidad, hay dos cosas fundamentales: una de ellas es que esa gratuidad no existe dado que “alguien” tiene que pagar los costos de dicha educación. En el caso de la gratuidad directa para el alumno, el que paga es el Estado, en otras palabras, todos nosotros. Segundo, la universidad, un sistema selectivo- eliminatorio. Es decir, entra una cantidad determinada de alumnos y terminan una cantidad menor (sólo se titulan los mejores), por lo cual es lejos lo menos “igualitaria” posible. La definición que se presenta el día de hoy es la de quién financiará el sistema (o cada uno de manera particular o todos conjuntamente), a quiénes, por cuántas veces y qué se va a hacer con los gastos de quienes no sean capaces de terminar con sus carreras.
En términos de principios, es claro que todos los seres humanos son iguales pero en la práctica no hay uno igual a otro y el sistema de igualdad a la fuerza siempre - históricamente - ha terminado en un fracaso rotundo. En este sentido, soy partidaria de que el estado financie a quien debe estar en la educación superior por sus méritos y esfuerzos y que permita acceso subsidiado a quienes integren la educación técnica superior. Financiar a todos sin cortapisas de ninguna especie, en pos de una manida igualdad inexistente es francamente insostenible.


Respecto de los tributos, éstos son una obligación de los ciudadanos con el Estado. Son las personas y sus organizaciones económicas y sociales quienes pagan tributos al estado para que éste pueda desempeñar su rol (protector, igualador, contralor , etc). Esos tributos son llamados impuestos de los cuales hay de muchas clases y que hoy se pretende modificar para obtener los recursos para la famosa educación superior gratuita.


Yo soy de los que se oponen a esta educación gratuita sin cortapisas, porque es ilógica, porque no se muestran las definiciones del cómo y a quienes, porque es francamente absurdo el sólo pensar en una sociedad que financie a miles de alumnos que no van a terminar la universidad de ninguna manera, porque no se define la cantidad de veces que los beneficiados puedan acceder al beneficio, porque no hay una definición de qué es calidad en educación, porque además el sistema hoy funciona (mal o bien) y no nos cuesta ningún adicional y si es aprobada esta reforma, nos costará 8.000 millones de dólares que tendremos que pagar entre todos.
Si alguno(a) es de los que piensa que esta reforma no tl va a afectar, es porque seguramente no toma azúcar, no tiene auto, no tiene interés en tener una segunda vivienda, no bebe alcohol, no fuma, gana menos de 500 mil pesos, no compra parafina, no compra gas, y tienes un empleador que está feliz con el cambio de reglas. Si es así, créanme que lo entiendo y lo lamento...





Para que nos vayamos conociendo...

Mi filosofía es sencilla: pienso que toda la gente es un asco, y me sorprendo gratamente cuando conozco a alguien que no lo es.

Aún estoy en marcha blanca, aprendiendo a usar esta herramienta.